La intimidad de las flores

Galeria Diego Obligado, Rosario, 2024

Carolina Antoniadis nació en Rosario y en su juventud se trasladó a vivir a Buenos Aires lugar en donde se formó, trabaja y vive pero su corazón late con intensidad en su ciudad natal.

Será quizás por el Río y los lugares que solía frecuentar que el lazo opera como un ancla de sus afectos. Afectos que se hacen presentes en forma permanente y constante en todos sus trabajos.

Las obras exhibidas en La intimidad de las flores dan cuenta fiel al amor incondicional por Rosario, su ciudad y el lugar de su infancia a la que regresa una y otra vez con sus recuerdos que son como las ondas del agua que mece el viento y bañan las piedras de la orilla del río. Así aparecen bajo la superficie imágenes a veces develadas como la de su abuelo Demetrio Antoniadis, pintor e inmigrante griego que recaló por estas tierras y plantó profesión y bandera en el Museo Castagnino de esta ciudad. También presente en esta exhibición está su madre con un cuadro de flores pintado por ella en su juventud y su retrato.

La intimidad de las flores reúne pinturas, algunas de grandes dimensiones, que nos permiten sumergirnos en el clima íntimo, afectivo y nostálgico de Antoniadis.

Las flores están allí para mostrarnos belleza, para presenciar momentos en la vida: un agasajo o una despedida, para celebrar y acompañar lo cotidiano y es el mantel que cubre las mesas el maestro de ceremonia ornamental, porque lo bello y lo decorativo es sello de la artista quien lo valora y destaca. Las flores de ceibo rojas y negras invaden con naturalidad la sala como si quisieran dar el presente para no olvidar el lugar en donde nos encontramos. Una pintura de grandes dimensiones nos enfrenta al glamour del diseño, otro de los temas relevantes en la obra de la pintora, y el suceso no revelado y sus circunstancias, quién lo vistió o lo vestirá y cuál fue o será la ocasión de la gala.

En la sala contigua a la principal los jarrones de cerámica y oro, los platos y obras de pequeño formato parecieran invitarnos a participar de un salón íntimo donde Carolina nos esperaría para tomar el té, compartir recuerdos y contarnos de sus próximos proyectos. 

Sandra Juárez, Curadora

Recuerdo que en la casa de mi infancia, todos los ambientes estaban empapelados con distintos motivos, mi cuarto tenia unos ramos de flores en tonos azulados que a veces completaba agregado mas flores, supongo era mi temor a los espacios vacíos.

Esos ambientes interiores marcaron en mí una profunda estética ornamental.

Hoy mas consiente de mi amor hacia las flores y los estampados me hace reflexionar sobre la relación del florero y las flores, para mi es la relación contenedor y contenido, una dupla que mantiene una estrecha relación estética entre si.

En Oriente los japoneses exploran esa relación en los arreglos florales, que se eligen según el tiempo, la estación y las circunstancias.

Cuando una vasija se rompe, no ocultan la rotura, la enaltecen, la reparan con oro, ese accidente la hace mas particular, ha tenido un acontecimiento.

Los jarrones para mi, son piezas que contienen, son el hábitat que permiten la conservación y la supervivencia de las flores que pronto agonizaran arrancadas de su ambiente para adornar nuestros espacios.

Aprendí con el tiempo que las flores son una ofrenda, un universo morfológico inabarcable, cotidiano que nos acompaña desde el nacimiento, el cortejo, la celebración y también la despedida.

Carolina Antoniadis – Septiembre 2024