Diario La Nación, 1999

Decorativismo y humor

Carolina Antoniadis, artista ligada al neodecorativismo, presentó su primera exposición individual en 1987, a los veintiséis años. Poco antes había egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes.

Ese mismo año, Antoniadis integró el Grupo de la X junto con Jorge Macchi, Juan Paparella, Ernesto Ballesteros, Pablo Siquier. Estos artistas jóvenes, que hoy gozan de un ascendente prestigio, compartían un proyecto estético enfrentado al de los neoexpresionistas, que ya habían obtenido un amplio reconocimiento. Entre las características principales de sus obras se destacan la recuperación de algunos rasgos del arte de concepto, la pintura abstracta o figurativa distanciada y fría, los comentarios sobre kitsch y sobre los medios de comunicación de masas, el decorativismo, la ironía y el humor.

La decoración fue uno de los enemigos mayores del arte de vanguardia, que buscaba la funcionalidad de las ideas y el contenido. Los artistas de la primeras décadas del siglo (Mondrian, Malevich, la Bauhaus) consideraban lo decorativo como “carente de sentido” y puramente lúdico. Alguna vez se afirmó que la ornamentación era un crimen. Pero para el arte actual, lo decorativo significó una de las expresiones de la vuelta a la pintura espontánea y desideologizada, luego del imperio del arte de concepto.

El neodecorativismo es una estética que, ante todo, trabaja sobre la idea del placer de pintar y del placer del mirar. En este contexto, la obra de Antoniadis reúne esas condiciones con plenitud y originalidad.

Desde muy temprano, sus cuadros mostraron un acentuado humor y un clima de optimismo notable.
Durante la década del ochenta, Antoniadis pintó interiores domésticos cuyos muros están decorados con papeles de motivos floreados; las telas estampadas cubren los muebles y los espacios del ambiente. En ocasiones, cuando el motivo es el atelier, recurrió al artificio de reproducir el cuadro dentro del cuadro. En todas esta obras son evidentes las citas de Bonnard, un pintor que un siglo antes había aprendido el valor de lo decorativo, de Gauguin y de los grabadores japoneses.

En la exposición del MNBA se presentan diversas series temáticas pintadas a lo largo de varios años. Una de ellas tiene como motivo las tortas de bodas de varios pisos, con ornamentación cursi.
Otros cuadros representan frisos decorativos con ánforas antiguas y fondos tomados de los mosaicos romanos. También el patchwork, una artesanía femenina, es aludido en pinturas de estructura geométrica repetitiva. La ropa y la moda son temáticas fundamentales en los trabajos de Antoniadis. Un blanco vestido de novia con puntillas aparece en un cuadro titulado La novia de azúcar, la irónica referencia a la torta de bodas es evidente. Quimonos japoneses de apariencia comestibles y ropa interior que tiene, como motivo ornamental los órganos interiores de la mujer, son otras representaciones plenas de humor. Son notorias en estas pinturas las referencias sociológicas y críticas.
La pintura de Carolina Antoniadis posee un poderoso atractivo sensual, con su barroquismo y sus excesos en las formas y en los colores.

Es evidente que las obras expuestas horrorizarían a los funcionalistas, que sostenían la necesidad de desterrar todo lo superfluo.

 

 

Por Jorge López Anaya