Diario La Nación, 1990

Carolina Antoniadis (nacida en Rosario en 1961) integró el Grupo de la X, con el que se revelaron varios de lo jóvenes pintores y escultores sobresalientes de estos años, pertenece a la misma-y nueva-escena artística.
Expuso individualmente por primera vez en 1987, por suerte al margen de circunstanciales y promociones, de dedos proféticos y sin pretender institucionalizar su juventud.

En aquella muestra se advertía el universo de sus preferencias plásticas, y creemos que precisamente la palabra “plástica” define un punto de interés de sus pinturas, que reivindicaban la memoria de los nabis por su inclinación hacia las experiencias de pequeña escala, del rincón del cuarto, las paredes, los muebles, los lugares comunes.

En la muestra actual (Galería Atica, Libertad 1240), sin apartarse de aquellos intereses, en definitiva ligados al talante revivalista de nuestra cultura fin de siécle, su pintura posee una particular espontaneidad no reñida con el método, con la sistematización. Su proceso creativo parece mezclar la manipulación de sofisticadas ornamentaciones, la simplicidad formal y la ironía individualista- pero interiorizada-de las representaciones figurativas. Es una experiencia que está ligada , como escribe Laura Batkis en el texto de presentación , al “recuerdo de la infancia” y a “lugares que le son cotidianos, familiares, a los que la une una profunda emotividad”.

En todo caso, se trata de una artista ajena a cualquier manipulación perversa de los símbolos. Lo que la distingue, desde esta perspectiva, es la combinación casi “inocente” de una fuerte mediación subjetiva y la apertura a la indagación, mas intuida que intelectualizada, de algunas fuentes del modernismo: Klimt, pero también Freud y Nietzsche, Vuillard, pero también Bergson.

Por lo demás, Antoniadis, da la impresión de sustraerse a oportunismos y ansiedades. A poyando una hipótesis optimista puede afirmarse que es un buen ejemplo de actitud para el presente.

 

 

Por Jorge López Anaya